También resaltó la importancia de conectar (2) la teoría con la práctica, (3) la necesidad de redes territoriales y (4) los nuevos Consejos Asesores De Desarrollo Educativo TP. Finalmente conversamos sobre (5) la alternancia, (6) del desarrollo de competencias transversales para enfrentar un mundo laboral en constante evolución y (7) sobre la flexibilidad curricular para adaptarse a los cambios.

En estos 82 años de la educación TP, ¿cuáles cree que son los principales cambios que ha experimentado?
Sin duda se ha producido una transformación profunda en la forma en que entendemos la educación TP, pasando de una mirada enfocada específicamente en el empleo a una que se centra en las trayectorias de vida de las y los estudiantes. En base a ello, hoy podemos hablar de la educación TP como un espacio que no solo prepara a las y los jóvenes para su futuro, sino también les ayuda a entender su presente. A través de la educación TP se desarrollan trayectorias en que se vuelven expertos en sus áreas, se relacionan con la comunidad y resuelven problemas que les conectan con su entorno. Ello expande fuertemente sus horizontes.

¿Cuáles crees que son las principales fortalezas de la educación Técnico Profesional?
La educación TP tiene múltiples fortalezas, principalmente asociadas a su estrecho contacto con el desarrollo del país y su industria. En este sentido, es una instancia educativa que tiene un componente tangible claro, que se vincula desde ahí con experiencias concretas. De esa misma relación nace la que, a mi juicio, es su principal fortaleza: la educación TP es un espacio propicio para el desarrollo de aprendizajes profundos y la innovación educativa. Muchas veces al hablar de la educación TP dejamos de lado los componentes más pedagógicos, y con ello que el vínculo con el entorno tiene un enorme potencial a la hora de contextualizar los aprendizajes de las y los estudiantes. Iniciativas como Protagonistas del Cambio, del Centro de Innovación Mineduc, nos han mostrado que cuando conectamos los conocimientos teóricos y prácticos de la TP con desafíos concretos que viven las comunidades y la industria se logran aprendizajes con sentido y que “metiendo las manos en la masa”, les permiten acercarse a la realidad.

Una de las líneas de trabajo de la Estrategia Nacional de Formación TP es la formación de redes territoriales, ¿por qué es tan importante esto para la EMTP?
Existe evidencia de que la mejora educativa a mayor escala se produce cuando los equipos de los distintos establecimientos trabajan en conjunto y comparten dificultades y buenas prácticas. Esto es especialmente fundamental en el caso de la educación TP, donde participan una serie de actores que no tienen la misma cercanía con otros tipos de educación. La sociedad civil, la industria, trabajadores y trabajadoras, y servicios públicos como Sence y ChileValora, además de otros de sectores específicos, conforman una red que hace que las relaciones uno a uno no siempre sean la mejor forma de trabajar. Ello hace necesario que pueda existir un vínculo que, junto con el diálogo de política pública a nivel nacional, permita que cada liceo (y sus estudiantes) vivan este diálogo en sus territorios: sus barrios, sus comunas, su región. Allí es donde esos actores tienen un nombre y una cara reconocible, y esas relaciones se dan de manera más fluida. Ese trabajo en red, ese trabajo conjunto entre liceos, la educación superior y la industria, tiene que tener una expresión local que debe ir generando un ecosistema. Y el trabajo que hacen ustedes (CEM) está ligado a eso.

Y en ese ecosistema, ¿cuál es el rol y la relevancia que cumple la empresa local con la educación TP?
A nivel local la empresa juega un rol distinto al que juegan las asociaciones gremiales de la industria a nivel macro. En el espacio local las empresas tienen una conversación directa con los liceos (individualmente o agrupados), centrada en el desarrollo del territorio y en cómo en conjunto la empresa y el liceo pueden trabajar por alcanzarlo. En este sentido, desde el Ministerio de Educación entendemos que esta alianza estratégica lleva a la conformación de una relación que es bidireccional: el liceo debe conocer y entender las lógicas de las empresas con las que interactúa, pero la empresa también debe entender las lógicas educativas para fortalecer esa relación. Ello ocurre en los casos de éxito que hemos levantado, y se refleja en que, así como la empresa abre sus puertas a los estudiantes, el liceo también invita a la empresa a conocerlo: trabajan junto a los maestros guía, realizan charlas y clases magistrales, y se ponen al día con los cambios en la industria.

En lo personal, considero a la educación técnica como un punto de contacto entre los mundos de la educación, el trabajo y el desarrollo sostenible. Es una suerte de frontera entre estos tres mundos en que se mueven los diversos actores, y que hace que tengamos que hablar más de un idioma: el de los liceos, el de las empresas, el del desarrollo territorial. Esa misma diversidad es la que nos obliga a conversar, y a entender que elementos que pueden darse por sabidos en una de estas esferas pueden ser desconocidas en otra. De alguna manera nos obligan a abrir nuestro mundo, el educativo en mi caso, a los otros, y al mismo tiempo conocer el mundo del trabajo y del desarrollo económico para entender la realidad de la educación TP. Esa es una conversación sumamente enriquecedora: el que la empresa, por ejemplo, entienda los procesos educativos hace que la colaboración mutua se fortalezca, y que realmente el espacio de trabajo se convierta también en un espacio de aprendizaje. Por toro lado, conocer desde la educación el mundo del trabajo con sus necesidades, formas de organización y culturas nos lleva a aprendizajes que incorporen esos códigos y permitan que el estudiante se desenvuelva más libremente dentro de ese sector económico.

Estas son conversaciones complejas, que exigen de los actores mucho más de lo que parece, pero que al mismo tiempo van haciendo que la relación surja desde el interés genuino de entenderse más allá de la necesidad de trabajadores o cupos de práctica; sino usar esa necesidad para generar una relación que se profundiza y se vuelve permanente.

En julio se dieron a conocer las orientaciones del nuevo Consejo Asesor para el Desarrollo Educativo Técnico Profesional (CADE TP), el cual actualiza los tradicionales Consejos Asesores Empresariales Educativos (CAEE), ¿cuáles son esos focos diferenciadores que puede haber entre uno y otro? ¿Y por qué se llega a este nuevo enfoque?
Hace más o menos una década se produce algún grado de quiebre en cómo entendemos la educación TP, no pensándose ya como un espacio final de formación para el empleo, sino que centrado en las trayectorias de educación y trabajo de sus estudiantes. Este es un elemento que surge de una realidad palpable: los caminos de vida de quienes egresan de la educación media TP son diversos, y de manera creciente incorporan la educación superior, no sólo de manera inmediata, sino también a lo largo de sus vidas.

Cuando esto ocurre, son los mismos liceos los que comienzan a incorporar a actores diversos en sus CAEE: Universidades, Centros de Formación Técnica, Organizaciones de la sociedad civil. La conversación se vuelve más compleja, y acotarla a lo empresarial se vuelve insuficiente. En paralelo, y a través del trabajo en red entre establecimientos TP que hemos promovido desde MINEDUC, comienza a aparecer el interés de generar instancias colectivas de vinculación con el entorno, lo que también se ve reflejado en el trabajo de los Servicios Locales de Educación Pública.

Los CADE TP, entonces, son un reconocimiento al trabajo de las propias comunidades educativas, y son también la primera orientación respecto a la forma en que la educación media TP se relaciona con el entorno que ha emanado desde el Ministerio de Educación. Las orientaciones para el desarrollo de los CADE TP buscan, a través de ello, poder apoyar a los establecimientos, sostenedores y redes de liceos para poder fortalecer su articulación con el medio, en la línea de los estándares indicativos de desempeño para los liceos TP.

Siguiendo esta mirada integral, ¿qué significado cobra la alternancia para la EMTP?
La alternancia es una posibilidad de tener este contacto con el mundo real más allá de la escuela, que permite abrir el mundo de las y los estudiantes al conectarlos con el mundo del trabajo o la educación superior. A través de ella las y los estudiantes pueden acercarse a nuevas tecnologías, procesos de trabajo o formas de aprender; experiencias que pueden ser mucho más significativas desde la experiencia concreta.

Estas experiencias también funcionan, de algún modo, como un apoyo a la exploración de la vocación de las y los estudiantes. Es una oportunidad de ahondar en torno a la decisión que tomaron al elegir una especialidad, fortaleciendo su convicción, o quizás cambiando sus impresiones pero encontrando también formas de conectar sus aprendizajes con sus intereses.

Y en cuanto a la formación por competencias ¿qué les aporta a los jóvenes el certificarse, por ejemplo, con ChileValora?
Ante un mundo que cambia rápidamente, las y los estudiantes no sólo deben contar con competencias específicas, sino que deben tener también la capacidad de integrarlas y aplicarlas en contextos diferentes y apelando a lo colectivo. Como decía David de Cavalho, anterior autoridad de currículum en Australia, las competencias deben estar al servicio de las capacidades. Esto es un proceso complejo, y contar con esas competencias y aprendizajes como base es fundamental para lograrlo.

En este sentido, las certificaciones de competencias, como las de ChileValora, son sumamente relevantes para visibilizar aquellos conocimientos relacionados con el desempeño laboral con el que cuentan las y los estudiantes. Esto es especialmente relevante en sectores donde las certificaciones son habilitantes, como electricidad y combustibles, por ejemplo; y en donde el ejercicio laboral no es posible sin la acreditación necesaria.

En cuanto a poder formar en conocimientos o habilidades que aun no sabemos que existen ¿qué tan flexibles son las mallas curriculares para poder ir adaptándose a estos nuevos desafíos? y ¿qué tan rápido se pueden ir cambiando?
La verdad es que hoy el currículum es bastante más flexible de lo que se cree, pero todavía es menos flexible de lo que se necesita. Existen espacios, como el de las horas de libre disposición o los planes y programas propios, que permiten incorporar nuevas tecnologías o aprendizajes, a la vez que desde la contextualización de los aprendizajes se pueden generar instancias más específicas a las características de un establecimiento y su contexto.

La flexibilidad sin duda es necesaria, más aún cuando enfrentamos un escenario cambiante. El nivel de especificidad o amplitud de las especialidades es parte de las conversaciones a la base de la actualización curricular que hoy estamos desarrollando desde el Ministerio de Educación, cautelando que existan los espacios de flexibilidad necesarios para darle identidad desde las comunidades educativas. Lo que buscamos, finalmente, es que se abran a las y los estudiantes la mayor cantidad de posibilidades para sus futuros, mediante procesos de aprendizaje que tengan sentido para ellos y ellas.